Un salto de fe

He decidido que voy a cambiar radicalmente mi vida. Y te puedo demostrar que no es una de esas ideas de domingo por la tarde, que no es una promesa a mi mismo que esconde un deseo imposible de cumplir. Que no es una esperanza vana.

He decidido tomar las riendas de mi vida. He decidido suprimir de mi vida todo lo que no me gusta. Acabo de despedir a mi propio jefe. Acabo de empezar una bonita aventura, y esta vez soy el único protagonista.

Tan convencido estaba de lo que hacía, que me desprendía de todo aquello que no cumplía con mis propios estándares. No solo eso, me he vuelto mucho más exigente. Y oye… No funciona nada mal.

Imaginate a ti mismo, llegando esta noche a tu casa; cansado y harto, otro día más. Como todos los santos días de esta semana, de un mes que nunca termina.

Algo hace «Click» y mutas. Te descubres emprendiéndolas a golpes con todo lo que está a tu alcance. Desde el la calle se pueden ver perfectamente cada silla, jarrón o mesa que sale por tu ventana. Cada nuevo objeto se convierte en objetivo. El calor va ganando la partida a tu cuerpo, dejas que te invada y sigues avanzando. Te da mucho miedo pero, aunque no sabes por qué; sientes que te gusta.

Minutos después, sudando. Primero con brazos en jarra, después asomado a la ventana. ¡Joder! Con lo lejos que ha llegado y lo que pesaba la maldita estantería… ¡Pues no estarías tan cansado!

Esa. La sonrisa que se te escapa. Solo por una mitad de tu boca. La otra mitad, todavía la esconde el susto que te acabas de llevar. Pero no, tranquilo, no te has vuelto loco. Aún no, al menos. No del todo.

Ventana rota

La chispa adecuada

Es esa. Esa es la chispa que puede prender la llama. Frente a ti ahora hay un lienzo en blanco. Una oportunidad. Quien sabe, quizás sea la buena. La de hacer las cosas bien.

Bueno. Una oportunidad y un montón de escombros. Los trozos de de plástico, madera y cerámica que vas a amontonar en una pira. A ver si la llama es buena y con el fuego consigues calentarte…

Con las palmas frente a las primeras brasa comienzas a imaginárlo todo. Nuevo y reluciente. Puede que más mimimalista. Duro y resistente. Tonos oscuros. Acabados de metal y aceros. Maderas nobles. ¿Y por qué no? Con mucho verde.

En ese instante lo vi claro, sin darme aún cuenta de a qué miraba. Empecé a dedicarme a algo que me apasiona. Empece a enamorarme de todo lo que me rodeaba y empecé a rodearme de todo lo que me enamoraba. Fue duro. Pero tomo muchas y muy buenas decisiones, y encontré a un nuevo yo. A uno que siempre había sabido en secreto que me gustaba. Al primer yo adulto que era capaz de valorar y respetaba. Encontré un estilo. Mi estilo.

Que sepáis que es mio. Mío y solo mío. Incomparable e irrepetible. Único. Tan único como pueden ser todos los vuestro. Mi colección.

Te invito a que conozcas mi museo de piezas de arte. Las joyas que para mí más valen. La maquinaria más precisa del mundo. Los objetos del deseo de quienes los descubren. Imágenes que incluso poseen la belleza de las rimas.

Bienvenido todo el mundo a estiloindustrial.top