Si ya lo dice el refrán, y es que no hay nada como la sabiduría popular. ¿Qué tendrá la voz de la experiencia que suele llevar razón? Hogar es un concepto muy grande que abarca otros muchos términos de gran valor: casa, familia, calor, fortaleza, refugio… Y es por eso que debemos dar a ese espacio único la importancia que se merece. ¿Acaso no anhelamos disfrutar de nuestro entorno? Que el espacio que habitamos nos agrade es crucial para nuestra paz mental, que nos lo digan a quienes sufrimos tocs y otros trastornos derivados del orden…
Pero hogar también es convivir con nuestra propia realidad, y aceptar que a veces no podemos tener la vida que queremos. O la casa que deseamos, o la familia que quisiéramos… A lo mejor la pantalla de tu nuevo smartphone recién estrenado acaba de hacerse añicos y no tienes ni un segundo para repararlo. O quizá de momento no puedes permitirte esa preciosa mesa que tan bien encajaría en tu salón de estilo nórdico, y tienes que conformarte con la que te proporciona el casero.
A pesar de ello (o a lo mejor, precisamente debido a que esto ocurre así) deberíamos orientar siempre nuestros actos y nuestro comportamiento hacia aquello que idealizamos; tenemos que tratar de buscar constantemente aquello que nos acerque más a nuestro concepto de felicidad, sea lo que sea que signifique para cada uno. Por eso las reformas se inician siempre con una decisión repentina; por eso los mejores planes son los improvisados y por eso los mejores recuerdos surgen de las ideas más locas.
Sigamos nuestros impulsos para alcanzar nuestras metas.
¿Cuándo empezamos?